jueves, 15 de enero de 2009

Dime que nunca vendras y sabre que mientes...

Ernesto no podia dormir, imaginar que el amor de su vida se acostaba con otro le marchitaba el corazòn pero nada podia hacer... solo dejar de pensar, de imaginar y suplicar entre sus sabanas que aquella tortura terminara. Y asi pasaron meses y años hasta que la volvio a ver mientras viajaba en el metro, ella ya con un niño entre los brazos... entonces sin saberlo ni sentirlo sus ojos se cerraron y se dedico a dormir por y para siempre...

1 comentario:

nada tiene sentido... dijo...

Valedor... creeme, las drogas destruyen! Jajajaja, no es cierto, en verdad yo hago historias solo de ver cosas y gente en la calle; hasta diálogos hago y termino solo riendo al entrar de nuevo al subterráneo inconsciente. Te mando un fuerte abrazo!